El Renacimiento carolingio, de las armas a las letras
por Carlos Astudillo Constantino
Unos cuatro mil quinientos guerreros sajones fueron decapitados en el año 782, en Verden, Baja Sajonia, por órdenes del rey de los francos, Carlos. Los sajones se rehusaron a conservar sus vidas a cambio de adoptar el cristianismo, cesar su hostilidad al rey franco y someterse a su dominio. Es un momento crucial en el brutal choque que enfrentó a los francos con sus vecinos sajones durante décadas. A las devastadoras incursiones sajonas en territorio franco respondieron con dureza las tropas carolingias. Carlos había hecho crecer el reino de los francos hasta convertirlo en un núcleo básico de poder en el corazón de lo que después sería la moderna Europa. De las cenizas del antiguo imperio romano surgieron innumerables reinos bárbaros, que lentamente abandonaron el salvajismo de los primeros siglos medievales y hacia el siglo VIII fueron absorbidos por los francos. Carlos luchó contra eslavos y sajones, sarracenos hispánicos y vikingos daneses, lombardos y bizantinos, hasta crear un reino que sentaría las bases culturales de las modernas naciones francesa, alemana e italiana. Coronado por el Papa León III como Emperador Carlos, asumió la defensa de la Iglesia católica en Occidente, tal como lo hacía el Emperador de Constantinopla con las iglesias cristianas en el Oriente. En tiempos duros y violentos, de invasiones, saqueo, peste y desolación, aspiró a lograr la paz por medio de una gran monarquía que resucitara el antiguo esplendor de la antigüedad clásica.
Me interesa llamar la atención sobre un hecho paradójico en la vida del rey franco. Quizá su logro más glorioso no se encuentra en los campos de batalla, al frente de su caballería acorazada, sino en el ámbito de la cultura. En Italia, Carlos conoció a un clérigo inglés, Ealhwine de York. Uno de los hombres más sabios de su tiempo, pasaría a la historia como Albinus o Alcuin de York. El rey Carlos lo invitó a su corte, donde en compañía de otros intelectuales dirigió un titánico esfuerzo cultural basado en la difusión del Trivium y el Cuadrivium, la base del conocimiento humanístico de su tiempo. El Trivium se integraba con la Gramática, Dialéctica y Retórica, mientras que el Cuadrivium contenía la Aritmética, la Geometría, la Astronomía y la Música. Los esfuerzos de las Escuelas Palatinas creadas por el rey franco dieron origen al llamado Renacimiento carolingio, que con el intercambio político, económico y cultural generado a partir de las cruzadas dio paso a la Baja Edad Media, ya en el siglo XIII, época de esplendor cultural, de catedrales y universidades, avances científicos y artísticos, aunque abruptamente destruída por la irrupción de la peste en el siglo XIV, que provocó el exterminio de gran parte de la población de Oriente y Occidente y la dislocación de los sistemas políticos, económicos y sociales de su época. Me quedo con una última reflexión, las espadas francas se enterraron con los huesos de sus fieros dueños, pero el espíritu de las escuelas palatinas sigue resonando en el mundo occidental, tal como los ecos de Sumeria y Acadia, Babilonia y Judea, Egipto, Siria, Grecia y Roma, Al Ándalus y tantas otras fuentes generosas de nuestra civilización.
México, 04 de Marzo de 2014
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